B I O G R A F Í A

DEL MESÍAS MEXICANO SEÑOR DON ROQUE ROJAS.

EL

ENVIADO ELÍAS DE LA TERCERA ERA.

HISTORIA DE LOS ABUELOS DE DON ROQUE ROJAS.

YO GREGORIO BALDOMERO, oriundo de la Ciudad de Monterrey, Estado de Nuevo León, casado con la Señora Dolores Olvera, nativa de Cuernavaca, Estado de Morelos, doy testimonio de lo que en estas memorias, legó para los hijos de la iglesia mexicana Elías

Fui consagrado Ministro de la Iglesia “Elías”, el día 22 de Mayo del año del Señor de 1870, en la Calle de Mina Número 18, por el Señor Don Roque Rojas, en la casa de la Señorita Doña Fernanda Trejo y de su hermano Don Cayetano Trejo.

Y todos estos apuntes, los iré diciendo como tuve conocimiento de ellos por varias personas y la mayor parte por la propia boca del Enviado del Señor, Don Roque Rojas.

Esta primera versión me la platicaba el propio Señor Don Roque Rojas, el día 30 de Diciembre de 1874, y yo transcribo tal y como Él me lo dijo.

La joven Doña Dolores Cifuentes, vivía con sus padres, el Señor Don Andrés Cifuentes, Conde de Machuca, y su Señora Esposa Doña Albina de Moncada, Condesa de Machuca, habiendo tenido una sola hija de este matrimonio a la joven Doña Dolores Cifuentes.

Doña Dolores habiendo tenido de dieciséis a diecisiete años, Don Andrés la presentó en la Corte Virreinal ante los virreyes, encontrándose en la presentación de dicha fiesta un Señor de la nobleza llamado Don Juan Moncada, Conde del Jaral, pariente de la esposa del Conde de Machuca, Doña Albina, el cual se enamoró de Doña Dolores, habiendo más después dirigídose a la casa de los Condes de Machuca, que vivían en la Calles de Tacuba, en la muy noble Ciudad de México, Capital de la Nueva España a solicitar la mano de Doña Dolores.

Don Andrés puso un término a la solicitud de dicha petición a Don Juan Moncada. Por aquel entonces, un palafrenero del Señor Don Andrés se murió y deseando sustituirlo, el propio Don Juan le encomendó a un artesano llegado de la Vieja España, oriundo de la provincia de Cataluña llamado este hombre Don Pedro Rojas, que habiendo sus padres había venido a esta Nueva España aventurando en busca de realizar alguna mejor fortuna.

Fue presentado a la casa del Señor Don Andrés, pero como no quedó éste conforme conque fuese palafrenero le encargó de que le hiciese unos trabajos de carpintería de cuyo oficio trabajaba Don Pedro Rojas. Doña Dolores lo conoció al estar haciendo el trabajo para su casa y trabo plática con él. Después de algún tiempo Don Pedro se enamoró de Doña Dolores y ésta de él, llegando a tener relaciones de noviazgo.

Por aquel entonces se cumplió el término dado por Don Andrés a Don Juan, de la petición de la mano de su hija Dolores, diciéndole que tanto él como su esposa la Señora Condesa estaban conformes y demasiado gustosos que él fuese el esposo para su hija.

En lo particular los Condes de Machuca, llamaron a su hija y le expusieron que su Tío el Conde del Jaral, les había pedido su mano para esposa y ellos ya se la habían concedido.

Doña Dolores dijo que ella no se casaría con Don Juan, porque ella no lo quería y además tenía compromiso de relaciones con el Joven carpintero venido de la Madre Patria. Esto indignó de sobre manera a Don Andrés que mandó en busca de Don Pedro Rojas, al cual lo despidió con demasiada dureza de su casa diciéndole que si volvía a molestar a su hija Dolores, procedía en contra de él en forma muy enérgica.

Triste y apenado se fue Don Pedro de la casa del Conde de Machuca, pero secretamente continúo viéndose con Doña Dolores.

Don Pedro y Doña Dolores, se casaron secretamente y después de un mes los alguaciles dieron con ellos, llevándolos presos con Don Andrés, el cual le dijo a su hija que le perdonaría si ella dejaba para siempre a Don Pedro, cosa que no aceptó Doña Dolores, entonces el Conde de Machuca al decirle su hija que no podía separarse de Don Pedro porque estaba ya casada con él, Don Andrés le dijo que él conseguiría por medio de su Señoría Ilustrísima el Arzobispo de México, una autorización del Papa de Roma, para que anulara el matrimonio, cosa que Doña Dolores no aceptó diciendo que quería a su esposo y no lo dejaría.

Don Andrés expulso de su casa a Doña Dolores, habiéndola maldecido y al morir no quiso volver a verla, habiendo muerto antes que él su esposa la Condesa Doña Albina, quien repetidamente le suplicó y en distintas ocasiones le pidió que perdonara a su hija, y nunca lo consiguió del carácter duro y enérgico del Conde de Machuca, entrego en su testamento sus bienes al Virreinato y desheredo a su hija Doña Dolores, la cual siempre vivió pobre al lado de Don Pedro Rojas, su esposo que siempre vivió de su oficio de carpintero, habiendo pasado su vida siempre en la Ciudad de México, Don Pedro y su esposa doña Dolores, habiendo estado sólo nueve años por cuestiones de trabajo de Don Pedro, en el pueblo de Coyoacán.

HISTORIA DE LOS PADRES DE DON ROQUE ROJAS.


Del matrimonio de Don Pedro Rojas y de Doña Dolores Cifuentes de Rojas, tuvieron dos hijos, un varón y una mujer. La mayor fue la mujer que se llamó Doña Engracia Rojas y el menor fue el hombre que se llamó Don Manuel Rojas.

El primero en morir fue Don Pedro Rojas, dejando viuda a Doña Dolores con sus dos hijos: Doña Engracia y Don Manuel. Madre, ésta lo metió de sacristán a la Iglesia de los Padres Dominicos, quienes lo tomaron para que fuera el mensajero y correo del convento, queriendo el Padre Superior de la comunidad que Don Manuel fuera lego, cosa que no llegó a ser Don Manuel, y sólo sacristán y mensajero o correo del convento.

La hermana de Don Manuel, Doña Engracia tuvo relaciones con un (señor) hacendado, que era del pueblo de Zumpango, llamado Don Casimiro González, el cual le pidió a la anciana Doña Dolores la mano de su hija.

Se celebró el matrimonio de Doña Engracia en México con Don Casimiro, habiéndose llevado el Señor González a su esposa y a su suegra para el pueblo de Zumpango donde vivieron. Después de tres años de vivir en Zumpango murió la anciana Doña Dolores, después de una penosa enfermedad de reumatismo, habiendo llegado de México Don Manuel sólo para recibir en el lecho de muerte su última bendición.

Un mes duró Don Manuel en Zumpango en compañía de su hermana y de su cuñado, volviendo a México, en calidad de sacristán y mensajero al convento de los padres Dominicos. Por aquel entonces llevaba varias verduras de los dominicos al convento de las carmelitas Don Manuel, y esto lo llevaba cada semana y en el torno ahí entregaba lo que siempre llevaba a la hermana tornera.

Cierta ocasión, llevando la verdura Don Manuel, salió junto con la tornera una novicia que se despedía de ella, cuando oyó esta conversación entre ambas, que la tornera le decía a la novicia:


Hermana Dolores, va usted a la casa de sus padres por espacio de seis meses, si en ese tiempo el mundo no la llama con sus tentaciones y si satanás no la tienta y esta destinada que sea usted esposa del Señor, será usted al venir ordenada monja carmelita.

Al estar en esta conversación tocaron la puerta, la hermana tornera abrió y entraron dos ancianos, hombre y mujer, a los cuales al verlos la novicia se arrojó en sus brazos llamándolos padres. Todo esto impresionó al sacristán Don Manuel y más la novicia que ya llevaba ropas mundanas.

Cuando ellos salieron del convento él también y al salir a la calle la joven se sintió mal y le dio un vértigo, Don Manuel presuroso la sostuvo, los ancianos le dieron las gracias y se pusieron a sus ordenes diciéndole que se llamaban el anciano, Don Luis Esparza y la anciana su señora esposa Doña Sofía Ortega de Esparza, teniendo como única hija a la joven novicia que se llamaba Doña Dolores Esparza y que eran legítimos mexicanos.

Al oír el nombre de Doña Dolores, Don Manuel quedó profundamente emocionado recordando a su difunta madre. Le dijeron donde vivían y que eran muy pobres porque todo lo habían dado para la dote del Convento Carmelita, donde su hija Doña Dolores decía y quería ser monja.

Se despidieron de Don Manuel una vez que ya estuvo bien Doña Dolores. Por aquel entonces murió la hermana de Don Manuel Rojas no habiendo quien estuviese en la enfermedad de Doña Engracia, Don Manuel se dirigió a una tía suya que era prima hermana de su difunta madre llamada Doña Josefa Moncada, casada con el hacendado llamado Don Julio Jácome y que había enviudado de su dicho señor, habiéndole dejado una hija llamada Doña Julia Jácome, a quien en memoria de su padre llevaba ese nombre.

La Señora Doña Josefa Moncada Viuda de Jácome y su hija Doña Julia se dirigieron a Zumpango, a donde atendieron a Doña Engracia en su enfermedad hasta que murió sin haberle dejado a Don Casimiro ningún hijo. A instancias de Don Casimiro se quedaron en Zumpango la tía carnal y la prima hermana de su esposa. Y al espacio de año y medio de viudo se casó con la prima de su esposa Doña Julia Jácome y Moncada, con la cual tuvo tres hijos, dos mujeres y un varón.

Las mujeres se llamaron Doña Lucía y Doña María Refugio y el hombre se llamó Don Juan, esta Doña María Refugio González, fue la que más tarde, al hijo de Don Manuel Rojas, Don Roque Rojas “El Elías Prometido”, le entregó el Sello Segundo como primitiva guardián de dicho sello y como se ve eran parientes Doña Refugio González y Don Roque Rojas, siendo ellos primos en tercer grado. Volviendo a la redacción de esta anécdota, cuando Don Manuel Rojas, conoció a Doña Dolores Esparza, después de despedirse a la puerta del convento de ella y de sus padres, después de algunos días paso a visitarlos trabando amistad con ellos, resultando de ahí que se enamoró de Doña Dolores, a la cual le hablo de amores y ella le correspondió, sucediendo que se cumplieron los seis meses y Doña Dolores Esparza, tenía que regresar al convento, no habiendo vuelto ya más.

Al término de un año Don Manuel Rojas, se separó del convento donde era sacristán y comenzó a trabajar en el comercio, huyendo hasta Acapulco en unión de algunos conductos del Virreinato, llegando a obtener una pequeñita fortuna, y el día 30 de Julio de 1810, se casó con Doña Dolores Esparza, sucediendo en ese año el grito de Dolores o de Independencia, por el Cura Don Miguel Hidalgo y Castilla, que mucho preocupó a Don Manuel Rojas.

DE CÓMO FUE EL NACIMIENTO, NIÑEZ Y JUVENTUD DE DON ROQUE ROJAS.

Del matrimonio de Don Manuel Rojas y de Doña Dolores Esparza, a los dos años de casados y que vivían en la muy noble Ciudad de México, tuvieron un niño, el único en su matrimonio, naciendo el día 16 de Agosto de 1812, en la Calle del Indio Triste Número 8.

Cuando este niño nació, al que más después bautizaron con el nombre de Roque, al nacer una luz iluminó su cuerpo, cosa que sorprendió a Doña Dolores y a Don Manuel su marido, desapareciendo esa luminosidad fosforescente a la media hora de haber nacido.

Cuando lo llevaron a bautizar, sus padrinos fueron Don Juan López M., en el patio había varias palomas que eran del cura de la parroquia, el sacerdote al ponerle el agua del bautizo sobre la cabecita del niño Roque, una de las palomas voló desde el patio, pasó la sacristía y llegó hasta el bautisterio parándose en el filo de la pila del agua bendita y comenzó a cantar, abrió sus alas y se posó en el lugar donde estaban los pies del niño y de ahí comenzó a volar repetidas veces en círculo alrededor del niño Roque Rojas, lo que sorprendió a todos los reunidos.

Cuando el niño Roque Rojas tenía 5 años de edad dijo a una amiga de su madre, la Señora Doña Emeteria Suárez de la Vega, de unas joyas que esta señora creía que estaban perdidas o robadas y que eran las que su señor esposo le había dado el día de sus respónsales, por lo que estaba muy apurada, más con lo que el niño Rojas le dijo las encontró en un ropero de una de las recámaras de su casa. Cuando el niño Roque Rojas tenía 19 años de edad dijo a su padrino Don Juan López Montiel, el paradero de una niña llamada Andrea, pues de la Hacienda de Don Juan llamada El Rosario, unos bandoleros se la habían robado y la tenían secuestrada, habiendo dado con ella en la cueva del cerro “Del Tesoro”, como un último recurso, tomando en serio lo que antes les había dicho, el niño Roque que en ese lugar encontrarían a la niña secuestrada.

Tenía tan sólo 10 años de edad, cuando a su madre le atacó una fuerte pleuresía, de la cual murió quedándose solo con su señor padre, Don Manuel rojas.

Encontrándose muy desconsolado Don Manuel con la muerte de su esposa, Don Juan López Montiel, hombre de posibles, le dijo a su compadre que él iba a meter a su ahijado Roque al seminario de la Capital porque deseaba que fuera sacerdote y después de muchas conversaciones entre Don Juan y Don Manuel hablaron a Don Roque, y éste como era muy sumiso y humilde dijo que él haría la voluntad de su padrino.

El Señor Don Juan López Montiel, lo interno al Seminario como estudiante para sacerdote, sólo tres años nada más estudió estas órdenes Don Roque Rojas y su profesor y rector fue el reverendo Fray Antonio Vásquez, quien tenía una grande estimación y cariño a su joven discípulo por su aplicación y obediencia, y yo Gregorio Baldomero escribo esta siguiente anécdota que el propio Señor Don Roque Rojas, me contó de lo que pasó en el Seminario.

Encontrándose el joven Don Roque Rojas en unión de tres compañeros seminaristas conversando, cuando en esos momentos tocó la campana para ir a maitines, presurosos acudieron y al que le tocó oficiar fue a su Rector Fray Antonio Vásquez. Muy embebecido estaba el joven Don Roque Rojas, cuando de repente Fray Antonio Vásquez, al voltear del Altar vio que de lo alto se desprendía una paloma llena de luz y al posarse sobre el cráneo de Don roque Rojas se desaparecía. Mucho intrigó al reverendo aquella visión que tuvo, pero continúo oficiando y nada dijo.

Después en lo particular llamó al joven Don Roque y le dijo: -Sabes Roque, que ahora al estar oficiando he visto que del Altar Mayor se desprendió una paloma blanca llena de luz y se poso en tu cráneo y ahí desapareció y desde ese día Fran Antonio Vásquez, comprendió que aquel joven venía sobre la tierra para una grande misión.

Cuando Don Juan López Montiel, padrino de Don Roque Rojas, murió no hubo quien le sostuviera ya los estudios y era un día sábado por la tarde cuando el joven Don Roque, se encontraba en la celda de su Rector Fray Antonio Vásquez, conversando sobre un tema de Teología cuando entro otro sacerdote y le dijo a Fray Antonio y a Don Roque:

El Señor Juan López Montiel, ha muerto y su Señora Doña Carmen ha quedado viuda y ya no habrá quien le pague más los estudios del seminario. A Don Roque Rojas se le llenaron los ojos de lágrimas y un nudo se le hizo en la garganta, y ya no pudo articular palabra alguna. En el preciso momento de lo alto vio descender nuevamente una paloma blanca y posarse sobre el cráneo de don roque.

Aun cuando murió el padrino de Don Roque Rojas, Fran Antonio Vásquez, que mucho quería a su joven y noble discípulo y que había visto descender dos veces la paloma sobre de su cráneo, mucho hizo para que continuara sus estudios en el Seminario, pero otro sacerdote que nada quería a Don Roque, llamado Fray Luis de Gonzaga y que era muy amigo del Director, logró que no se quedase Don Roque Rojas y tuvo que salir a pesar de los muchos esfuerzos que hizo Fray Antonio, sin haber logrado nada.

DE CÓMO FUE EL CASAMIENTO DE DON ROQUE ROJAS, CON DOÑA GUADALUPE ARIAS Y LOS VEINTIDÓS OFICIOS QUE TUVO.

Una vez que Don Roque Rojas salió del Seminario, conoció a varias personas con las cuales aprendió varios oficios, entre ellos los de; Relojero, Pintor, Grabador, Ebanista y otros más, siendo en total 22 los oficios que él tuvo y que simbólicamente fueron más después los 22 preceptos de Moisés y del Hijo del Hombre, que él recibió por orden divina del Dios de Israel.

En cierta ocasión fue a Zumpango a visitar a sus primos, la familia González; los hermanos Don Juan, Doña María Refugio González y Doña Lucía, ese día era de posadas en el mes de Diciembre y su primo Don Juan González lo invitó a que fueran a ver un nacimiento que ponía muy celebre ahí en el Pueblo de Zumpango, una de las hermanas Arias llamada Doña Pepita, por la noche de ese día los hermanos González y Don Roque Rojas, se dirigieron a dicha casa, donde contemplaron un nacimiento de figuras que representaban todos los pasos de Nuestro Señor Jesucristo, desde el nacimiento de él hasta su muerte, cuyas hermosas figuras eran hechas por las propias manos de Doña Pepita Arias, la mayor de dichas hermanas Arias.

Le fue presentada a Don Roque rojas, en esa posada a la segunda hermana, la Señorita Doña Guadalupe Arias, con la cual converso y platico después de la posada en la quiebra de la piñata, mucho agrado a Don Roque Rojas, la conversación de Doña Guadalupe Arias, la cual le contó que ella se había criado en la Ciudad de México, al lado de su abuelita y que la familia Arias, hacía tiempo, desde la muerte de su abuelito se habían ido para Zumpango de Cuautitlán, de donde descendía la familia Arias, estando también emparentados con una familia de ahí de Zumpango, de apellido Malanco.

En el tiempo que Don Roque Rojas estuvo en Zumpango, varias veces en unión de sus primos visitaron a las hermanas Arias, hasta que Don Roque Rojas, se le declaró a Doña Guadalupe Arias y ésta le puso en plazo para corresponder sus pretensiones.


Don Roque volvió a México a trabajar al lado de un señor llamado Don Leocadio Torres, de grabador, en la Calle de la Acequia Número 3 y al espacio de algún tiempo regresó nuevamente a Zumpango, para saber la resolución de Doña Guadalupe Arias, la cual le correspondió y al terminó de dos años de haberla conocido se casaron en dicho pueblo de Zumpango.

Viniéndose ya la Señora Arias, a vivir al lado de su esposo a la Ciudad de México, de este matrimonio tuvieron dos hijos, el primero fue Don Delfino (el cual murió al poco tiempo de haber nacido) y la segunda fue una niña a la cual llamaron Carolina y siempre vivió en armonía y paz hogareña este virtuoso matrimonio siendo muy apegados a la Iglesia Católica y trabajando Don Roque Rojas, en las más veces de su oficio de grabador.

Regeneración

Transformamos vidas con amor y esperanza.

A peaceful image of Mary with soft light emphasizing compassion and grace.
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Restitución

Recuperamos la fe y la dignidad perdida.

Bright living room with modern inventory
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Nuestro Credo

Revelación De Iztapalapa

La noche del día 23 para amanecer el día 24 de Junio de 1861, el Señor Don Roque Rojas, había estado muy atareado todo ese día en asuntos de su trabajo de Juez Civil, se fue a dormir pero como a eso de las 10 de la noche despertó y vio a el ARCANGEL GABRIEL con alas doradas y cuerpo angelical plateado que ya en otras y reiteradas veces se le había presentado y le dijo todas estas palabras: ELÍAS. . . . . . . . . ELÍAS, TÚ ERES EL MESÍAS PROMETIDO PARA LA TERCERA ERA Y SEXTO SELLO DEL REINO DE DIOS y eres elegido para ser la “ROCA FUERTE DEL NUEVO PUEBLO DEL ISRAEL”, porque eso quiere decir Roque Rojas “ROCA FUERTE, y yo GABRIEL vengo a comunicarte que debes levantarte del lecho y debes caminar hasta atrás del calvario y llegar a la chinampa que esta en la casa de María Petra, y ahí te hablara aquel que me ordena cumplas lo que te estoy diciendo.

Don Roque Rojas contestó: Eres tú GABRIEL el arcángel del Señor, pero eres tú realmente o es una alucinación de mi mente, por favor dime, estoy loco o cuerdo.

No Elías, no estás loco, tú eres el elegido para preparar, limpiar y aparejar el camino al nuevo pueblo del Israel, del cual tú eres su Divino Maestro y Mesías, al que tú reunirás y congregaras, ¡anda levántate y ve a donde se te ordena! porque ahí es el santo lugar elegido para que tú sepas quién me ordeno que anunciara este mensaje divino, ve y no dudes hijo elegido de Dios.

Don Roque Rojas, vio que aquella celeste visión se iluminó y cayeron sobre su frente tres gotas cristalinas de agua que él pudo tocarse sobre de la frente y desapareció el ARCANGEL GABRIEL.

Como esta, otras veces indistintamente oía la voz de aquel arcángel, pero tres veces antes que esta ya se le había aparecido el ARCANGEL GABRIEL.

Presuroso tomó sus ropas y se vistió, salió al patio de la casa y vio lo silencio. De ahí salió de la casa y se dirigió al canal donde tomo una canoa y él mismo entró en ella y comenzó a remar haciendo que la canoa se deslizara hacia la chinampa de María Petra, al llegar cerca de la humilde choza de esta mujer oyó en la copa de un árbol el trino de una ave, muy embebecido se quedo oyendo el canto de aquella ave que en el silencio de la noche parecía el canto de un jilguero.

De repente vio que ante su vista aparecía un triángulo de color oro pálido y del fondo del triángulo se fue destacando un sol que tenía cara de hombre de color rojo encendido con destellos amarillos y fue tal la luz que vio la choza de María Petra, la canoa donde él estaba y los pequeños canales todos llenos de una luminosidad grandiosa como si fuese la luz de una aurora radiosa.

Estático, mudo y lleno en su alma de una inefable delicia quedó contemplando aquellos matices de fuego que oscilaban desprendiéndose del interior del dorado triángulo del sol con cara de hombre. Levantó la cabeza y vio más alto del triángulo volar una paloma como si fuera de nieve y de su pico caían gotas de luz cristalinas y vio que caían sobre su cabeza y bañaban todo su cuerpo. De repente allá hacia lo lejos oyó el toque de una trompeta dar tres llamadas y oyó una voz fuerte que le dijo estas palabras: “TÚ ERES ELÍAS, EL PROMETIDO PARA ESTOS TIEMPOS”. Al oír esto el Señor Rojas vio una mano que salía del triángulo y con una vara tocaba la tierra.

Oyó otros tres toques que la mano dio con la vara y oyó en lo alto de su cabeza la potente voz que volvió a decirle: “YO TE LO DIGO EN MI NOMBRE QUE SOY EL PADRE, DIOS EN MI NOMBRE SAGRADO DEL ALTÍSIMO”, y al decir estas palabras volvió a oír hacia lo lejos volver a tocar tres veces aquella trompeta que ya antes él escuchara. Nuevamente en su lado derecho volvió a oír la voz poderosa que le decía: “YO TE LO DIGO EN MI NOMBRE DE QUE ERES EL HIJO”. Tú Roque Rojas el Enviado Elías de la Tercera Era.

Al acabar de decir estas palabras, vio una cruz descender de lo alto del cielo y posarse sobre la tierra y desaparecer. Nuevamente y a su lado izquierdo volvió a escuchar la potente voz que le decía: “YO TE LO DIGO EN MI NOMBRE QUE SOY EL ESPÍRITU SANTO, LA LUZ Y LA REVELACIÓN DEL TERCER TIEMPO”.

Y al oír estas últimas palabras oyó una música sublime y vio que la paloma se posaba sobre su cabeza y desapareció la mano con la vara, volvió a dar tres toques sobre la tierra y escucho varias voces que dijeron: “ESTA ES LA VENIDA DE ELÍAS EL PROMETIDO”.

Poco a poco se fue desapareciendo el triángulo con el sol con cara de hombre y todo quedo como antes, entonces el noble y elevado enviado volvió a dirigir la canoa para su casa de regreso y Yo Gregorio Baldomero escribo este grandioso pasaje de la vida de Don Roque Rojas y tal como él me lo platicó.


Desde esa memorable fecha en que él supo que era Elías el Prometido y el Padre lo necesitaba comenzó a desenvolver su maravillosa misión, se retiro de Iztapalapa y se dirigió a México, habiendo entregado su puesto de Juez Civil.

Estando al lado de su esposa Doña Guadalupe Arias, ésta enfermó y fue la primer persona que curó por orden divina del Padre Dios Altísimo, que le ordeno principiara a dar demostraciones del poder Divino que Dios Todopoderoso había puesto en Él.

Nuestra filosofía

Regeneración y restitución con fe mariana viva y profunda.

A warm gathering of church members with images of Elias, Jesus, and Mary in a modern, inviting setting.
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Regeneración

Transformamos vidas con el mensaje claro y accesible del Evangelio.

Restitución

Sanamos heridas espirituales y reconstruimos con esperanza firme.

Fe Mariana

Honramos a María con devoción joven y profunda en nuestro credo.